El reloj sigue avanzando inexorablemente y, como cada 31, al marcar las 12 de la noche, dejaremos atrás un año para empezar el siguiente. Hasta aquí, nada nuevo que contar. Durante las últimas horas que le quedan al año, echaremos la vista atrás y recapitularemos los momentos vividos, haremos balance de lo bueno y lo no tan bueno, de lo malo y de lo horrible y, sobretodo, de lo excepcional para todos los que así lo hayan vivido.
El 2018 ha sido una vorágine, una corriente constante de acontecimientos que han ido zarandeando mi vida de manera repentina. Han sido 365 días de cambios constantes, de sorpresas inesperadas y de regreso al pasado para seguir avanzando, pero esta vez, siendo 2 en vez de 1. Ciertamente, alguien debe mover los hilos de la vida. Libre albedrío, lo denominan algunos, pero está claro que «destino» también tiene algo que decir de lunes a domingo.
Tanto cambio me ha dejado exhausta, con carga baja pero con la ilusión más alta que nunca. Quizás las nuevas vistas tengan algo que ver también.
Desde donde escribo ahora, diviso frente a mí la «muntanya màgica», las parpadeantes luces de Collserola y los diminutos puntitos que escarchan de luz la parte más alta de Barcelona. Me siento desnuda, la falta de cortinas en el despacho puede tener algo que ver, pero no se si merece la pena ponerlas. Me gusta entrar en los hogares que tengo en frente, ver los árboles iluminados de mis vecinos -los de toda la vida-, ver jugar a los niños en los jardines de las fincas de enfrente y percibir como se detiene el tiempo recordando que la mayor parte de mi vida la he vivido justo en este mismo punto pero en un ángulo de 90º. ¿Qué son 90º cuando la vida me ha hecho rodar este año de 90 en 90 hasta alcanzar los 360? Casi tantos grados como días tiene el año.
Y pese a la fatiga que apercibe mi cuerpo, desde el primer día supe que este era mi sitio, mi nuevo rincón para crear historias, para imaginar sin límites y para seguir brindando contigo, empezando por esta noche, todas las que en estos 13 últimos años nos hemos perdido.
Ha sido un año singular, de decisiones complejas y acontecimientos trascendentales a nivel personal; en el que ha habido que aprender a dejar ir y a que cada cual siga su camino. Quién sabe lo que todavía nos deparará el nuevo año y los que están por venir, quien entrará y quien saldrá de nuestras vidas. Y sobretodo, quiénes perdurarán más allá de los cambios, los tiras y afloja, las corrientes, los giros inesperados y lo que esté por venir…
¡¡¡FELIZ 2019!!! Que cada día de este nuevo año sea especial, un paso adelante o atrás para seguir cogiendo impulso y avanzar, sin olvidarnos de que cada paso que demos lo llevemos a cabo con una sonrisa en los labios, siendo felices; porque lo importante no son los objetivos ni las metas que tengamos, sino como vivimos el camino hasta llegar a ellas.
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