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Efecto boomerang

Días torcidos

By dianetta 23 mayo, 2018

«LEYES DE MURPHY»

  • Si algo puede fallar, fallará.
  • Si hay la posibilidad de que algunas cosas fallen, la que causará mas daño será la primera.
  • Si algo no puede fallar, lo hará a pesar de todo.
  • Si se aprecia que existen cuatro posibles maneras de que algo pueda fallar, y se soslayan, en seguida se desarrollará una quinta para la que no se está preparado.
  • Por sí mismas, las cosas tienden a ir de mal en peor.
  • Si algo parece que va bien, es obvio que se ha pasado algo por alto.
  • La Naturaleza está del lado del fallo oculto.
  • La Naturaleza es perra.

«COMENTARIO DE O’TOOLE A LAS LEYES DE MURPHY»

Murphy era un optimista

Hay días que se tuercen y días que amanecen torcidos; madrugadas que desde su inicio auguran 24h de despropósitos inexplicables. Y poco se puede hacer cuando el día se levanta con el pie torcido y desequilibra hasta las acciones que tenemos más mecanizadas.

Son esos días en los que te despiertas con la cara inflamada por culpa de la picadura de algún bicho que, con el trastorno del tiempo, no sabe si es otoño o invierno. Descubres, al mismo tiempo, junto a la picadura, gotas de sudor repartidas por todos los poros de la piel, síntoma indiscutible del carrusel de pesadillas con las que la mente te ha trastocado el sueño y, sobre todo, el descanso.

Coges el brick de leche de la nevera, pero como el día te ha torcido, la inclinación acaba por provocar desequilibrios; entre los que se encuentra el síntoma de las manos de mantequilla y ya os imagináis lo que viene después… Lo vives a cámara lenta y sabes que no vas a poder hacer nada por evitarlo. El brick de leche, casi entero, se resbala desde tu mano derecha hasta el suelo, desparramándose -en el mejor de los casos-, o reventándose -en el peor de ellos- contra la superficie de la cocina.

Tu sentido del humor no va a hacer su aparición por mucho que lo busques. Estás sudando la gota gorda, intentando analizar las causas que han originado tus preocupaciones que, por cierto, aún desconoces, pero que han permitido que tu mente se desate y se vaya de juerga con Morfeo para darte por saco toda la santa noche. El panorama es dantesco, porque la inflamación hace que no puedas abrir bien el ojo izquierdo, por el que se empiezan a colarse gotas de sudor, mientras tratas, a la vez, de recoger el estropicio de la cocina. En ese momento te das cuenta de que necesitas una fregona nueva, porque en vez de limpiar, el uso que le da la tuya al suelo es el de recolocar la mierda de un lugar a otro. Por un momento, piensas en jugártela e intentarlo de nuevo, porque con el día que te espera, prefieres tentar a Murphy a ver si cambiando los ingredientes del desayuno, el día empieza a enderezarse.

Tratas de mantener la calma, mientras recibes los primeros 50 whatsapps de la mañana de los distintos grupos a los que perteneces y que sabes que es imposible que leas antes de las 23h. Así que seleccionas los individuales, los de las personas que se han acordado de ti ese día y sonríes al descubrir ese «buenos días» especial que te arranca una sonrisa pese al despropósito del día que acaba de comenzar -y lo que te espera-.

¿Conoces la Ley de ese tal Murphy? -sí, esa misma que te acecha y que tanto te preocupa invocar-. Lo de «aquello que puede salir mal, saldrá mal». Pues bien, no es aplicable a un día torcido, en el que suele cumplirse más bien lo de «aquello que puede salir mal, saldrá peor». No es que la tostada caiga por el lado de la mantequilla, es que además de hacerlo, resbalará por tu camisa recién lavada hasta acabar sobre uno de tus zapatos de ante, para acabar girando sobre sí misma y aterrizar sobre el estropicio causado por el brick de leche de antes.

Existen días torcidos porque nacen sin tan siquiera raíz. Y así cuesta mantenerlos erguidos hasta el ocaso. Pero recuerda esto, todo lo que empieza mal, puede acabar siempre peor. Paciencia, valor y fuerza. No intentes enderezar aquello que ya se ha levantado torcido, porque sí los problemas se atajan de raíz, ni te cuento lo que diría Murphy sobre las soluciones a los mismos.

En boca cerrada no entran moscas y en días torcidos por no entrar, no entra ni el sentido común. Así que hazte un favor a ti mismo y, antes de que caiga la noche huye a refugiarte bajo techo propio; ni amigo ni enemigo, porque fuego hay en los dos lados y cualquier chispa puede acabar en incendio incontrolado.

No me tildes de exagerada antes de vivir uno de ellos, porque descubrirlo por ti mismo puede ser más desolador de lo que imaginas en un principio. Hasta el más nimio comentario puede hacer arder bosques enteros, no te digo ya si te empecinas en buscarle las cosquillas a quien no está de humor ni para dedicarte media sonrisa o si le buscas los 3 pies al gato -cojo-.

Pero no todo puede ser negativo, la inclinación también sirve para que las cosas caigan por su propio peso. Cargas que te inclinan hacia el lado de la balanza del que no eres partidario. Pesos sobrellevados con más pena que gloria. Exceso de equipaje y, lamentablemente, a veces, pérdidas de valor, inesperadas.

Permítete ese “laissez faire, laissez passer” y deja que el día se tuerza solo, que se incline, que las cosas caigan y que resbalen hasta perderse de tu vista.

A veces es bueno eso que dicen de ojos que no ven, corazón que no siente. Para enderezar las cosas, prueba mejor otro día…

Tags: aquello que puede salir mal buenos días despropósitos inexplicables días torcidos incendio incontrolado inclinados laissez faire laissez passer ley de murphy panorama dantesco saldrá peor sentido común sin raíz
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