Sí sí, lo habéis leído bien, Echo – Monday. Entre el Techno y el Eco, porque unos bailan sin ton ni son -con todos mis respetos al Techno, pero el «chumba chumba» tiene movimientos más bien arrítmicos- y otros necesitan reciclarse.
Sabemos que los lunes son duros, tras un fin de semana en el que los problemas quedan bastante alejados del día a día que vivimos –unos- y soportan -otros-. Pero cada cual que lleve su losa, que bastante nos pesan ya los años como para estar aguantando exabruptos de los que se nos plantan enfrente. Sus razones tendrán -digo yo- pero la meditación y el yoga de buena mañana les puede ayudar a encontrar solución a los problemas de la vida, para los del trabajo solo hace falta resetearse con una buena copa de tinto. Así es como se deberían celebrar los lunes: de reflexión, de trabajo y de celebración. El ocaso del primer día de la semana debería acabar con ese “chin-chin”, frágil y duro del rechinar de dos trozos de cristal, aunque solo sea para recordar la fragilidad de nuestra existencia y la dureza de las cargas que llevamos.
Lunes al sol, aunque algunos en vez de ganar estatuillas solo son preludio de un chorreo de críticas. Que está muy bien la crítica (constructiva), pero si no se dirige hacia quien tiene el poder de decisión -que es el mismo que enciende y apaga las luces a su antojo-, los premios (y los castigos) caen en tierra de nadie. Bueno, de nadie no. Cabría recordar que todo campo es de alguien y lo trabajan otros, valdría más no confundir al campesino con el dueño del campo. Aunque, a veces, tales confusiones solo produzcan dicha, pues verán cualidades en el campesino que solo se esperaban del señor del campo. ¿Alguien recuerda como acabó el feudalismo? ¿Y cómo empezó la revolución francesa? Quizás no recordéis todos los detalles, pero me juego mis martes, a que la mecha de ambas sublevaciones se prendió un lunes de hace ya algunos siglos…
Yo hago lo que puedo. Pongo mi granito de arena para que la sociedad recupere la cordura, pero a que a unos les da por escuchar TV1 y a otros por hacer lo mismo con TV3, mientras juegan al zapping entre cuatro, la sexta y antena 3 y así nos va. Los únicos que se salvan últimamente son los de Telecinco porque tienen un pase Deluxe. No nos vamos a poner exquisitos ya de entrada, que todavía faltan 6 días para cumplir el plazo. El de la semana -digo-, el de la cordura y la justicia está más que perdido de antemano. Los “hunos” mueven los hilos con Atila a la cabeza, y los “otros” se dejan llevar, cual títere -aunque con cabeza-. La combinación no sé si será ganadora -la primitiva se juega los jueves y los sábados y el euromillón los martes y los viernes- pero explosiva puede serlo un rato. Así que si eres de los que mueve los hilos, casi mejor ponte al lado y no enfrente, no vaya a ser que acabes por pillar algún trozo de metralla en la explosión -recordemos eso de mejor explosionar que implosionar-.
A veces, la tila es un gran conductor de la calma para empezar la semana con una sonrisa -y con menos canas-. Lamentablemente, un número cada vez más grande de conciudadanos y compañeros de diversos ámbitos no lo consigue ni con una dosis extra de tranquimazin, a tenor de la conducción estilo “slalom” que se reproduce en las principales vías de la ciudad, las voces enaltecidas en las salas de reuniones, los improperios rebotados a extraños en cualquier bar y un sinfín de despropósitos de quienes tergiversan realidades y de quienes viven apegados a una realidad paralela y a “ese tiempo pasado” que, seguro, fue mejor.
Hoy he desempolvado de nuevo mi cuento favorito de mi niñez y he visto a Alicia arrancándole el pelo a la reina de corazones e introduciéndole el reloj, hasta la garganta, a ese conejo nervioso que siempre iba tarde con todo. Moraleja: Recuerda que todo el que se hace pequeño, en algún momento vuelve a crecer. Limpia tu karma o el zasca del boomerang te dejará tullido en su vuelta.
Los gritos no te ayudarán ya; las quejas vienen tras el desbordamiento de la vanidad. Grita, gritaaaaaaaa, que sólo Jarabe de Palo te acompañará en la versión acústica. Por lo demás, sólo te quedará el eco. ¿Qué más se puede pedir para quien solo quiere oírse a sí mismo? El eco frente al ego. La mayor tortura para el vanidoso y la mejor defensa para el resto. Las contraposturas, en la vida, como en el yoga, son indispensables para mantener el equilibrio del cuerpo y de la mente. Para unos serán criptonita pura, para otros son solo correcciones de nuestros defectos. Situaciones, hechos, palabras, que nos hacen recordar que estamos vivos y que no somos perfectos.
Es lunes y solo brindo por los que siguen padeciendo sus propios egos, en contraposición a los que los combaten con ecos. Ying y yang…pues será cierto…
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