Lunes 28.08.2017. Piedras caídas.
Mi último día en el sur de la isla. Se acabó lo que se daba. Necesito despedirme de este mar de tranquilidad con otro merecido día de playa.
A las puertas de Morro Jable diviso una pequeña cala de aguas transparentes: “Pidras Caídas”. No es para menos, una vez instalada en mi toalla descubro, al mirar hacia arriba, una pared escarpada, vertical y repleta de piedras. No dejo de pensar en que pueden despeñarse por cualquier movimiento sísmico -aunque sea imperceptible-. Pero no me muevo de donde estoy. Este rincón, hoy, es solo mío…
Martes 29.08.2017. De sur a norte.
En ruta, tras 8 días de calma absoluta. Me da que las cosas van a empezar a cambiar…
Podría coger la FV-2 e ir bordeando la costa, pero creo que, de momento, ya he tenido suficiente mar y playa, así que escojo la ruta más lenta que me permite ir haciendo paradas por el centro de la isla: Betancuria, Antigua y Tendiya. Mis tres paradas obligadas antes de llegar a mi destino de hoy: Corralejo.
Llego un poco antes de que mi apartamento esté listo, así que aparco el coche delante de la recepción y me dirijo a Puerto Chico (Corralejo), donde se encuentra el restaurante “La Marquesina” -siguiendo estrictamente las recomendaciones de mi guía de viaje-.
– ¿Cuántos son? -pregunta sonriendo la camarera apostada en la entrada del restaurante-.
– Mesa para uno. Vengo conmigo misma -matizo al ver el rostro de la mujer, que permanece expectante y extrañada, casi sin comprender que alguien pueda querer comer sólo-.
Me ofrecen una mesita a la sombra, desde donde puede observarse el movimiento y dinamismo de la zona. El ir y venir de la gente. Familias que van camino del apartamento para comer, otras que vienen a tomar el aperitivo. Niños que escapan de la zona de control paternal y echan a correr calle arriba. Todo está permitido. No hay gritos ni regañinas. Me va a gustar este sitio.
Tras un gazpacho picante, cuyo ingrediente estrella es el mojo picón canario -aunque no recuerdo haberlo leído en la carta- y unos excelentes gambones rojos, pido un café con hielo. Ni se me ocurre pedir la carta de postres, aunque veo al camarero de reojo haciendo el amago de acercármela.
– Señorita, al menos querrá un chupito, ¿no? ¿De que lo quiere? -estoy a punto de decir que no, porque con la copa de vino blanco que me he tomado empiezo a tener problemas para distinguir los puntos cardinales, pero pienso que no tengo que conducir y accedo-.
Para mi sorpresa, no solo me trae un chupito, ¡me trae la botella entera de limoncello!. Madre mía, esto acabará mal…
En efecto, aunque mi cuerpo tolera solo un chupito y no más, algo se activa dentro. Pido papel y boli, porque no he salido con mi habitual libreta bajo el brazo, y bajo una cortina de lágrimas que soy incapaz de contener, descargo -caligráficamente hablando- cada uno de los pensamientos que se agolpan por salir.
Me enjugo las lágrimas -que siempre suena mejor que decir lo que es en realidad; “sorberse los mocos”-, guardo las páginas en mi bolso y me dirijo al apartamento para hacer el check in.
Me sorprende muy gratamente la amabilidad de todos los miembros del Bristol Sunset Beach -a la par que recomiendo estos maravillosos apartamentos; son increíbles-. Tras explicarme detalladamente todos los “must have” de Corralejo, El Cotillo y alrededores, me convencen para que me apunte a un curso de surf -no las tengo todas conmigo-.
Les explico el porqué de mi reticencia. Y es que aunque me encuentro estupendamente, desconozco si mis pies podrán ni siquiera intentarlo. Siento pánico tan solo el imaginarme que me da uno de mis ataques en el agua. Pero… ¡qué diablos! Al toro. Se comprometen a hacer una clase de prueba para que ver si mis pies pueden resistirlo -no ya el intentar ponerme de pie sobre una tabla, simplemente el estar 3h en el agua-.
Tras cerrar la inscripción al curso, me embullo en el maravilloso bullicio de Corralejo. Paseo durante horas, helado en mano -vale, este dura solo unos minutos-. Me va a encantar este lugar, ¡lo sé!
Me cuesta conciliar el sueño. Mañana por la mañana me estrenaré en eso que consiste en “cabalgar olas”…Tic Tac Tic Tac
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