El necesitar te apega, el preferir te libera – Walter Riso
Quiero Voy a enamorarte. Sí, lo has oído bien, no se trata de un deseo sino de una intención en firme. Te imagino, leyéndome entre líneas con el entrecejo fruncido, antes de que dejes escapar la sonrisa más allá del límite que marcan tus labios. Pero entonces es que no lo has entendido. No me leas de por medio, en cualquier caso, lee a través de lo que yo te cuento. Porque ese es el secreto con el que voy a conquistarte.
Te seduciré con un primer plano, una instantánea que exprese todo aquello que las palabras describen, porque no siempre con una palabra basta pero tampoco existe una imagen que valga más que mil palabras.
Te atraparé con un buen titular, para que después sucumbas ante mi laberinto de expresiones. No voy a cejar en mi empeño; tú eres mi propósito. Hoy te lanzo la oda de la que va a ser nuestra batalla. Puedes intentar refrenarte o incluso rehuirme, pero sabes que acabarás cayendo en la tentación. Y no es malo. Nos han enseñado que el pecado es el resultado de una debilidad, pero también indica transgresión, maldad e imperfección.
Y digo yo, ¿qué hay de malo en lo primero? ¿No son los soñadores y los innovadores los que mejor definen el sentido del verbo transgredir? Menos mal que la historia y nuestro presente está plagado de unos cuantos, porque sin ellos el mundo seguiría siendo plano y andaríamos por la vida casi a tientas, sólo guiados por la luz del reflejo de unas tenues velas. ¿Y la maldad? ¿Qué es en realidad? ¿Cómo discriminar entre buenos y malos? Te voy a contar un secreto para poder conquistarte… siempre me he considerado buena de corazón pero tengo un lado oscuro, cargado de maldades… Llegados a este punto de confianza, ¡quítate al menos las gafas de media luna, que el saber no ocupa lugar, pero el juzgar empieza a ser un verbo conjugado a la antigua! Sí, he sido mala malísima, a lo Maléfica y también santurrona e ingenua hasta decir basta. Y no intentes convencerme de que el mundo se divide entre buenos y malos, porque a mis ojos solo se divide entre falsos y auténticos. Entre los que fingen vivir algo que no les corresponde y entre los que simplemente eligen VIVIR. Aferrarse a la vida con garra; con ilusión y esperanza, caminando bajo las reglas de su propia moral, sin dar excesiva importancia al qué dirán.
Algunas normas sociales son para los del todos a una, dejando el uno para todos al servicio de quien no merece recibir poder alguno. Y al final las historias se cruzan, y al Comendador no lo mataron los del todos a una de Fuenteovejuna, si no los del uno para todos y todos para uno que tan alegremente comulgaban Athos, Porthos y Aramis. Sí, 3 mosqueteros, porque con D’Artagnan la multitud pasa a ser casi una bacanal, así que mejor lo dejamos en cifras que podamos controlar, no vaya ser que se me salga el lado oscuro de madre y acabe como Steele en el cuarto de jugar de Grey.
¡Menos mal que soy imperfecta! Así puedo desechar el temor de defraudar a alguien. Y si alguna vez lo he hecho, no será porque yo haya cambiado, sino porque quizás quien creía conocerme no se aventuró hasta saber quién era yo realmente.
¿Sabes qué? Voy a enamorarte. Y lo voy a hacer sin engatusarte, porque en el amor no hay trampa ni cartón, y aunque se diga que en al amor y en la guerra, todo vale, hay líneas que es mejor no cruzar, igual que hay fronteras que no deberían permanecer cerradas. Porque cada uno es fiel a sus principios, aunque de vez en cuando se dé un garbeo con el diablo. Pero como ya hemos concluido antes que el pecado no es tan malo como nos han contado siempre, ¿sabes que te digo? ¡Que lo disfrutes! Pero no te olvides de pecar también conmigo porque, tarde o temprano… voy a enamorarte.
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